José Antonio Marina, uno de los filósofos más conocidos y leídos del panorama español tiene dos pasiones: una conocida, la filosofía; la otra oculta: las berzas. En su invernadero, que cuida con primor y amor, logró un injerto complicadísimo del tal vegetal, eso sí, gracias a la inapreciable ayuda de su amigo Francisco García Olmedo, un experto en biotecnología y en plantas transgénicas.
Si supierais la cantidad de políticos, actores, artistas, cantantes y otras variopintas gentes han acudido presurosas a comprar el último libro de Marina quedaríais bastantes sorprendidos. Porque parece que lo que cuenta este pedagogo nato, a quien le gusta enseñar y cantar tangos a partes iguales ( y hay que ver cómo los canta), aclara las ideas, amortigua las heridas del alma y enseña caminos hasta entonces intransitados donde guarecerse del dolor.
“Puesto que hay una teoría científica de la inteligencia, -dice- debería haber otra igualmente científica de la estupidez. Creo, incluso, que enseñarla como asignatura troncal en todos los niveles educativos produciría enorme beneficios sociales. El primero de ellos, vacunarnos contra la tontería, profilaxis de urgente necesidad”. El hombre no tropieza dos veces en la misma piedra sino doscientas. La historia de la estupidez humana llenaría libros y libros y nunca se terminaría porque la estulticia no tiene fin. Y aún más, la palabra “estupidez” no tiene prestancia científica de ninguna clase; designar a alguien como estúpido es una liviandad. Sin embargo cuánto tiene que ver la palabreja con los fracasos de la inteligencia...
Así, nos encontramos en este libro La inteligencia fracasada, comportamientos estúpidos en personas muy inteligentes y listas. Sus capítulos ya dan una idea por dónde van los tiros: los fracasos cognitivos, como el prejuicio, la superstición, el dogmatismo, el fanatismo; los fracasos afectivos, confundir los afectos, la pasión ciega o el amor fou, el descontrol de las emociones... En fin, si te sientes encorsetado, atorado, atontado, falto de ideas, incomprendido, y no te encuentras a ti mismo por ningún lado, lee este libro.
Si supierais la cantidad de políticos, actores, artistas, cantantes y otras variopintas gentes han acudido presurosas a comprar el último libro de Marina quedaríais bastantes sorprendidos. Porque parece que lo que cuenta este pedagogo nato, a quien le gusta enseñar y cantar tangos a partes iguales ( y hay que ver cómo los canta), aclara las ideas, amortigua las heridas del alma y enseña caminos hasta entonces intransitados donde guarecerse del dolor.
“Puesto que hay una teoría científica de la inteligencia, -dice- debería haber otra igualmente científica de la estupidez. Creo, incluso, que enseñarla como asignatura troncal en todos los niveles educativos produciría enorme beneficios sociales. El primero de ellos, vacunarnos contra la tontería, profilaxis de urgente necesidad”. El hombre no tropieza dos veces en la misma piedra sino doscientas. La historia de la estupidez humana llenaría libros y libros y nunca se terminaría porque la estulticia no tiene fin. Y aún más, la palabra “estupidez” no tiene prestancia científica de ninguna clase; designar a alguien como estúpido es una liviandad. Sin embargo cuánto tiene que ver la palabreja con los fracasos de la inteligencia...
Así, nos encontramos en este libro La inteligencia fracasada, comportamientos estúpidos en personas muy inteligentes y listas. Sus capítulos ya dan una idea por dónde van los tiros: los fracasos cognitivos, como el prejuicio, la superstición, el dogmatismo, el fanatismo; los fracasos afectivos, confundir los afectos, la pasión ciega o el amor fou, el descontrol de las emociones... En fin, si te sientes encorsetado, atorado, atontado, falto de ideas, incomprendido, y no te encuentras a ti mismo por ningún lado, lee este libro.