viernes, mayo 28, 2010

Los ojos amarillos de los cocodrilos (Katherine Pancol)




Esta novela sucede en París, pero nos encontramos con cocodrilos.
Esta novela habla de hombres. Y de mujeres. Las mujeres que somos, las que querríamos ser, las que nunca seremos y aquellas que quizás seamos algún día.
Esta novela es la historia de una mentira. Pero también es una historia de amor, de amistad, de traición, de dinero, de sueños.
Esta novela está llena de risas y de lágrimas.
Esta novela es como la vida misma.

Josephine tiene cuarenta años, está casada y tiene dos hijas, Hortense y Zoe. Es consciente de que su matrimonio ha fracasado, pero sus inseguridades le impiden tomar una decisión. A Antoine, su marido, le despidieron hace un año de la armería de caza donde trabajaba y desde entonces se dedica a languidecer en el apartamento y a engañar a su mujer.

La discusión que provocará la separación del matrimonio de Josephine y Antoine es el punto de partida de una serie de acontecimientos, más o menos relacionados, en los que se verán envueltos otros personajes, como Iris, la guapísima hermana mayor de Josephine; la glamurosa y gélida madre de ambas, Henriette, casada en segundas nupcias con el millonario Marcel Gorsz; la misteriosa Shirley, la vecina...

Tras la separación, Antoine se verá obligado a aceptar una oferta de trabajo que le convertirá en capataz de una granja de cocodrilos en África, pero las cosas no serán tan fáciles como parecían.

A Iris se le ocurre decir que está escribiendo una novela, y una vez lanzada la mentira se niega a echarse atrás, y convence a su hermana para que escriba realmente el libro, basándose en sus conocimientos. Ella se llevará la fama y el protagonismo y Josephine el dinero, pero los verdaderos amigos de ésta están convencidos de que ella es la verdadera autora de la novela que llena los escaparates de las bibliotecas de Paris...

sábado, mayo 15, 2010

Juan José Millás - Media huelga

Cuando aquel país alcanzó unas dimensiones que ni su metabolismo ni sus piernas podían sostener, las autoridades decidieron que había que reducir el tamaño de la realidad. Así, el presidente del Gobierno se convirtió en vicepresidente y el jefe de Estado en subjefe de Estado (al tratarse de un rey, recibió el tratamiento de sub- rey, dando lugar a una monarquía sub-real, valga la redundancia). En consonancia con el hecho de que la directora de la Biblioteca Nacional hubiera sido rebajada a jefa de departamento, los generales fueron degradados a coroneles, los coroneles a comandantes y así de forma sucesiva. Los ministros fueron nombrados secretarios de Estado, los secretarios de Estado directores generales, etcétera. Pero la desproporción entre el músculo y las vísceras continuaba siendo intolerable, por lo que las autoridades ordenaron que los consumidores de literatura de calidad se avinieran a leer literatura de masas y los de literatura de masas, relatos pornográficos. Idéntico recorrido tuvieron que llevar a cabo los escritores de los géneros mencionados. Si alguien argumentaba que no convenía aplicar a los generales y a los poetas la misma lógica, el Gobierno (sub-Gobierno ya) respondía que no era momento de establecer distingos ni matices, pues la situación era ciertamente desesperada. Ya veríamos, una vez alcanzado el tamaño previsto, si convenía mantener el volumen de pensamiento anterior a la crisis. En medio de esta confusión mental, de este caos, y sin duda alguna por su causa, los médicos de adultos fueron convertidos en pediatras, los pediatras en veterinarios y los veterinarios en entomólogos. Nada pudo hacerse con los obispos ni con los banqueros, que ostentaban la representación de los dioses. Los sindicatos montaron una huelga general, pero les salió una huelga coronel, o sea, media huelga.

martes, mayo 04, 2010

El asedio (Arturo Pérez-Reverte)



Una novela que te tiene en jaque hasta el final.

Cádiz, 1811. España lucha por su independencia mientras América lo hace por la suya. En las calles de la ciudad más liberal de Europa se libran batallas de otra índole. Mujeres jóvenes aparecen desolladas a latigazos. En cada lugar, antes del hallazgo del cadáver, ha caído una bomba francesa. Eso traza sobre la ciudad un mapa superpuesto y siniestro: un complejo tablero de ajedrez donde la mano de un jugador oculto —un asesino despiadado, el azar, las curvas de artillería, la dirección de los vientos, el cálculo de probabilidades— mueve piezas que deciden el destino de los protagonistas: un policía corrupto y brutal, la heredera de una importante casa comercial gaditana, un capitán corsario de pocos escrúpulos, un taxidermista misántropo y espía, un enternecedor guerrillero de las salinas y un excéntrico artillero a quien las guerras importan menos que resolver el problema técnico del corto alcance de sus obuses.

El asedio narra el pulso asombroso de un mundo que pudo ser y no fue. El fin de una época y unos personajes condenados por la Historia, sentenciados a un vida que, como la ciudad que los alberga —una Cádiz equívoca, enigmática, sólo en apariencia luminosa y blanca—, nunca volverá a ser la misma.

El tiempo entre costuras (María Dueñas)




Una novela de amor y espionaje en el exotismo colonial de África.

La joven modista Sira Quiroga abandona Madrid en los meses convulsos previos al alzamiento arrastrada por el amor desbocado hacia un hombre a quien apenas conoce. Juntos se instalan en Tánger, una ciudad mundana, exótica y vibrante en la que todo lo impensable puede hacerse realidad. Incluso la traición y el abandono de la persona en quien ha depositado toda su confianza. El tiempo entre costuras es una aventura apasionante en la que los talleres de alta costura, el glamur de los grandes hoteles, las conspiraciones políticas y las oscuras misiones de los servicios secretos se funden con la lealtad hacia aquellos a quienes queremos y con el poder irrefrenable del amor.

Una novela femenina que tiene todos los ingredientes del género: el crecimiento personal de una mujer, una historia de amor que recuerda a Casablanca… Nos acerca a la época colonial española. Varios críticos literarios han destacado el hecho de que mientras en Francia o en Gran Bretaña existía una gran tradición de literatura colonial (Malraux, Foster, Kippling...), en España apenas se ha sacado provecho de la aventura africana. Un homenaje a los hombres y mujeres que vivieron allí. Además la autora nos aproxima a un personaje real desconocido para el gran público: Juan Luis Beigbeder, el primer ministro de Exteriores del gobierno de Franco.